Como en cualquier grupo humano, inevitable.
En una empresa del tamaño del Grupo BEST con cientos de franquiciados, comerciales, empleados, colaboradores con los correspondientes contratos, es absolutamente inevitable que algunos, a lo largo de los años incumplan sus obligaciones tanto contractuales como hacia los demás miembros del grupo a nivel individual o colectivo.
En tales casos, como en cualquier grupo humano, el grupo debe tomar las oportunas medidas y sanciones contra los individuos infractores para obligarles a rectificar y en caso contrario neutralizarles excluyéndoles del grupo.
Para ser legítimas estas medidas coercitivas deben basarse en “la ley” que constituyen los contratos (entre personas privadas), la llamada: “ley de las partes”.
Aún así, que duda cabe, que al igual que en cualquier grupo humano (como puede ser un estado como por ejemplo España; algunos de los individuos que han sido objeto de tales medidas, lejos de arrepentirse y rectificar se consideran perjudicados por el grupo y por lo tanto intentan “vengarse” perjudicando todavía más a dicho grupo así como a sus representantes y miembros.
Estos individuos comúnmente denominados “antisociales” se consideran perjudicados por el grupo y objetivamente lo han sido y a veces mucho, puesto que las sanciones legítimas que el grupo ha podido tomar contra ellos pueden ser de consecuencias muy graves para ellos.
Solamente olvidan, en primer lugar, que son los únicos culpables de haber sufrido tales circunstancias, puesto que cuando decidieron infringir las normas contractuales o colectivas lo han hecho a sabiendas de las posibles consecuencias para ellos y en segundo lugar se olvidan del perjuicio que ellos han ocasionado al grupo o a sus miembros.
Así que es inevitable, que al igual que todo grupo humano, el Grupo BEST genere un círculo vicioso de represión de los individuos infractores de los intereses colectivos y que una parte de los mismos por mínima que sea intente vengarse del grupo que les ha reprimido generándole todavía más perjuicio, pero hay que ser conscientes que se trata de un mal menor puesto que de no tomar las medidas oportunas contra esta clase de individuos reinaría la “ley de la Jungla” y en consecuencia el perjuicio para el grupo y todos sus miembros sería infinitamente mayor acabando ineludiblemente por la destrucción total del mismo así como de todos los intereses desarrollados en su seno.